sábado, 31 de enero de 2009

Santos Ramírez y el buen salvaje.

En relación al asesinato de Jorge O’Connor, Santos Ramírez declara que: “para ser sus parientes - los familiares de su esposa implicados en el caso- mínimamente tendrían que hablar quechua y fundamentalmente no matar a nadie”. La confusa comunicación del presidente de YPFB pretende desconocer el innegable parentesco que lo relaciona con los sujetos en cuestión, pasando por alto los vínculos de su unión política. Pareciera también que aquel “mínimamente tendrían que hablar quechua”, actuara como una sentencia liberadora. Aparentemente la palabra quechua, lo ampararía como una especie de paladín de la bondad y de la buena fe, en un espacio cándido y puro en el que no habría lugar para oscuros procederes, mucho menos para asesinatos.
Aquella reivindicación quechua que encuentra Santos Ramírez en la lengua, tan distante de su castellano nombre, le sirve para encontrar como el “buen salvaje” de Rousseau, un estado natural del hombre salvaje, que antes de surgir a la vida en sociedad, era bueno, libre y feliz. Sin embargo, la realidad empañada por la escalofriante escena del crimen ocurrida recientemente en La Paz y la presunta participación del presidente de YPFB, devuelve la razón a la hipótesis mantenida por Hobbes, la de un estado salvaje de naturaleza en el que el hombre esta en guerra contra el hombre, hable éste quechua o castellano…

Analogía

Dicen las coplas que enjuta paseas
a lo largo de la esquelética ciudad.
Que cuando se desploma la noche y se sosiegan las almas,
la tuya avanza entre vagos suspiros...


Siguen los cantos:

Que en los días de lluvia se cofunde tu llanto.
Que tu dúctil cuerpo se camufla con los edificios,
e inadvertida, oculta en las calles, les conversas.
Se escucha que dices que son tus amigos,
que la melancolía de las vetustas construcciones se asemeja a la tuya.
Canta lo que tiene vida, lo que adquiere vida,
canta todo en la ciudad, tu soledad.

viernes, 30 de enero de 2009

El accidente de la patria

Uno no elige donde nacer. La patria nos es dada como un hecho azaroso, como todas esas grandes casualidades que determinan la propia vida, capaces de volverla magnifica o miserable. Con mucho de fortuna para unos, una madre abnegada, esa encarnación humana de la bondad y de la entrega, es más que una representación, es una realidad que llena de sentidos la existencia del hombre. Para otros sin embargo, la madre es una ausencia, un gran vacío que marca y acompaña el curso de la vida. Cosas del destino que influyen en todas y cada una de las esferas de nuestras acciones, y sobre las que perversamente, nosotros, no tenemos poder de elección o decisión.
Puede ser tan dramático el desamparo de un ciudadano, hijo de un país fallido, como el de un niño abandonado a quien el vientre y la sangre prestados para el nacimiento no son suficientes para una existencia.
Conceptualmente, la palabra país se refiere a una área geográfica, a una entidad independiente, una constitución, un grupo humano y tantas otras cosas más; cosas que escribirán como un sello indeleble el lapso de tiempo que dure nuestra historia en el mundo, una historia que se cuenta en nuestro interior como un secreto silencioso e intimo porque se trata de nuestras vidas en todas sus formas. Nuestras escuelas, es decir nuestra educación; nuestros hospitales, es decir nuestra salud; nuestros parques, es decir nuestro ocio; nuestras ciudades, es decir nuestras casas; nuestra economía, es decir nuestros trabajos; nuestros recursos naturales, es decir nuestras oportunidades, todo dependerá de ese “paisaje”, que organizado en pos de la razón asegurará nuestro bienestar y nuestro progreso. Es una cuestión de fortuna sí, o de infortunio según la suerte y perspectivas de cada uno, el haber nacido en este y no en otro canto de la tierra.
No elegimos donde nacer, pero una vez venidos al mundo nos transformamos en un sistema de elección y todo lo que hagamos se reduce a la simple formula de la apreciación: la de aceptar o despreciar. Esta arma preciosa que nos regala la vida, bien puede ser una salvación o nuevamente, una siniestra trampa.
Felicidades a Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija, departamentos en los que el pasado domingo ganó el
NO.
Felicidades a todas las personas que al votar por el NO, expresaron su voluntad de mejorar y de influir positivamente sobre el país en el que simplemente, les tocó nacer.